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25 de mayo de 2023

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por Benjamín LEGENDRE, Kelly MACNAMARA

Las negociaciones sobre un tratado global para combatir la contaminación plástica se reanudarán el lunes, con las naciones bajo presión para detener la marea de basura en medio de llamados de los activistas para limitar la influencia de la industria en las conversaciones.

Unas 175 naciones se comprometieron el año pasado a llegar a un acuerdo vinculante para 2024 para poner fin a la contaminación causada por plásticos, en gran parte derivados de combustibles fósiles, que asfixian el medio ambiente y se infiltran en los cuerpos de humanos y animales.

Las conversaciones que se celebrarán del 29 de mayo al 2 de junio en París tienen la tarea de acordar el primer esquema de acciones que podrían formar la base de un borrador de texto de negociación.

Entre las medidas que se están debatiendo se encuentran una prohibición mundial de los artículos de plástico de un solo uso y programas de "quien contamina paga".

El mes pasado, las naciones ricas del G7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá) se comprometieron a lograr una contaminación plástica cero para 2040.

Dijeron que era un objetivo alcanzable gracias al auge de la economía circular y la posibilidad de reducir o prohibir los plásticos de un solo uso y los no reciclables.

Los activistas están presionando para que las conversaciones vayan más allá y se centren, en primer lugar, en reducir la cantidad de plástico que se fabrica.

La producción de plástico se ha duplicado en 20 años. Envuelve alimentos, se teje en ropa y en la estructura de edificios y es un material importante para productos médicos desechables.

En 2019, se fabricaron un total de 460 millones de toneladas (Mt) de este producto, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que predijo que la producción podría triplicarse nuevamente para 2060 si no se toman medidas.

Alrededor de dos tercios de los desechos plásticos se desechan después de usarse solo una o varias veces, y menos del 10 por ciento se recicla.

Millones de toneladas de residuos plásticos se vierten al medio ambiente o se queman inadecuadamente, contaminando el aire. Con el tiempo, se descompone en pequeños fragmentos que se han encontrado en todas partes, desde las cimas de las montañas y las fosas marinas más profundas, hasta el interior de los torrentes sanguíneos y las placentas humanas.

En un informe publicado a mediados de mayo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) pidió un cambio sistémico para alejar a las sociedades del consumismo de usar y tirar, aumentando significativamente la reutilización y el reciclaje, al tiempo que se promueven materiales alternativos.

Dijo que esto ayudaría a reducir la contaminación plástica anual en un 80 por ciento para 2040 en general y reduciría la producción de plástico de un solo uso a la mitad.

Pero los activistas quieren centrarse más en recortar la producción.

El tratado es una "oportunidad única en una generación para resolver la crisis de los plásticos", dijo Louise Edge, activista global de plásticos de Greenpeace Reino Unido, en una carta abierta esta semana en la que planteaba preocupaciones sobre la influencia de la industria en las negociaciones.

"El éxito o el fracaso depende de si los gobiernos son lo suficientemente audaces como para garantizar que el tratado cumpla lo que la ciencia dice que es necesario: limitar y reducir gradualmente la producción de plástico".

La reducción del uso y la producción de plástico está en la cima de un plan ideado por una coalición de "Alta Ambición" de 53 países, liderada por Ruanda y Noruega y que incluye a la Unión Europea, Canadá y México.

Otras naciones, en cambio, están presionando para que se dependa del reciclaje, la innovación y una mejor gestión de residuos.

Como en las negociaciones de la ONU sobre clima y biodiversidad, la financiación es un punto clave de tensión.

Históricamente, las economías ricas han contaminado más y durante años exportaron basura para reciclarla a naciones más pobres, donde a menudo termina en el medio ambiente.

Algunas naciones en desarrollo están preocupadas por reglas que podrían imponer una carga demasiado grande a sus economías.

El carácter vinculante del tratado también sigue en duda.

Estados Unidos, por ejemplo, quiere limitar el alcance jurídico del acuerdo, dejando a los firmantes la libertad de desarrollar soluciones en los planes nacionales, afirmó un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores francés.

Celebridades como Jane Fonda y Joaquin Phoenix se unieron a Greenpeace Estados Unidos a mediados de mayo para pedir al presidente estadounidense Joe Biden que aumentara sus ambiciones.

Las conversaciones de París siguen a una ronda inicial de discusiones técnicas en noviembre en Uruguay y marcan la segunda de cinco etapas de negociaciones que se espera conduzcan a un acuerdo histórico que cubra todo el ciclo de vida de los plásticos.

El país anfitrión, Francia, planea una cumbre política el sábado, con unos 40 ministros y diplomáticos de medio ambiente, para presentar recomendaciones de la UE, uno de los principales consumidores de plástico del mundo.

Mientras tanto, los activistas han expresado temores sobre la implicación de la industria del plástico en el proceso, aunque muchos observadores profesionales y científicos no pueden asistir por falta de espacio.

Alrededor de 175 grupos de campaña firmaron esta semana una carta de Greenpeace al PNUMA para expresar su preocupación por "el papel que las industrias de combustibles fósiles y petroquímica y sus lobbystas están teniendo en las negociaciones".

Un portavoz de la secretaría del tratado dijo a la AFP que la resolución original de la ONU sobre las negociaciones decidió que "están abiertas a la participación de todas las partes interesadas".

Agregaron que solo se proporcionará una lista completa de los asistentes después de la reunión del lunes.

© 2023 AFP